Mochileando por el Mundo: Del 20-11 al 01-12-2012 Koh Chang (Ranong)

Solo despertarnos hacemos las mochilas y nos cambiamos de GH, tenemos sentimientos contradictorios, porque esto de pagar de mas no lo vemos claro (va en nuestras almas, somos “ratillas” de nacimiento) , pero al final nos liamos la manta a la cabeza, básicamente porque en nuestro alojamiento actual no tienen tumbonas ni hamacas ni el resto de cosas, pero estas comodidades son imprescindibles para poder estar en la isla, sino, se te comen los insectos. Cargados como burros, retrocedemos el camino de ayer, bajo una gran esfera de fuego. Por fin instalados en el que va a ser nuestro hogar los próximos días, empezamos el ganduleo. Koh Chang es una isla pequeña, que tiene algunas GH dispersadas y solitarias y una playa grande (de 3 km mas o menos), donde esta la “animación”. La animación consiste en cabañas de bambú por aquí y por allá, a menos de 20 metros del mar, cada “resort” con su restaurante. No hay electricidad, internet, bares, fiestas ni nada que rompa el silencio, solo las 4 barcas diarias que traen y llevan pasajeros, las olas del mar y las aves, entre ellas los “hornbills”, que solo los habíamos visto en Koh Phayam.
Los días los pasamos en las tumbonas, tomando el sol por la mañana, alternándolo con la lectura y los baños en el mar. Es cierto que las aguas de la isla no son turquesas como en otros sitios de Tailandia, pero si que son transparentes y de temperatura perfecta, enmarcadas por la jungla. Al mediodía, nos damos un paseo hasta la señora Mano de Ángel, donde nos dejamos aconsejar y probamos varios de sus platos que hacen delicias de nuestros paladares. Para no tener que volver por las noches, le pedimos que nos prepare la cena para llevar. Un 99% de las veces me pido macarrones que los hace a cantidades industriales y tan buenos como los de mi suegra (que son mis favoritos del mundo mundial). La rutina de las tardes implica mas lectura, algún baño acompañado
de lluvia y sobre las 17 horas, partido de volleyball, que dura hasta la puesta de sol, que es cuando nos damos el ultimo chapuzon del día. Tras este, ducha, cena en nuestro bungalow y hasta la hora de dormir nos bajamos a la “biblioteca” donde seguimos leyendo o algunas veces jugando a algún juego de mesa.... La única excepción a nuestra rutina, fue el día de mi santo. Puesto que en la isla no hay mucha elección, la BM me regalo un día gastronómico. Al mediodía, comimos un gran pescado fresco a la pimienta, con verduras asadas, ensalada de pollo, coca-cola y de postres, yogurt con frutas y muesli. Y por la noche.... doble ración de macarrones!!!!!!!!!
Los días van volando hasta que llega el momento en que decidimos volver a tierra, entre otras cosas porque la BM tiene las piernas llenas de picadas de moscas de playa y, debido a la humedad, nuestras ropas huelen fatal y esta apareciendo moho en nuestras mochilas y aparatos electrónicos. Así, unos días antes de lo previsto, damos fin a nuestra estancia en una de las islas mas tranquilas que hemos conocido en Tailandia.