jueves, 25 de octubre de 2018

19/10/2018 de Safranbolu a Amasra


Hoy es día de traslado. Nuestro próximo destino, es Amasra, una pequeña y preciosa localidad del Mar Negro. Como ya tenemos los horarios y sabemos que el bus sale a y cuarto, todas las horas, decidimos levantarnos temprano, desayunar con calma por última vez en nuestro hotel y coger el bus que corresponda. Y así lo hacemos. Cuando los estómagos no dan para más, nos dirigimos a la pequeña estación de minibuses, compramos el billete y esperamos a que llegue la hora. Para nuestra sorpresa, el minibus se llena al completo y no queda ni un asiento disponible. El viaje dura un par de horas hasta Bardin, desde donde hemos de coger un dolmus (minibus urbano) hasta Asmara, ya que sólo hay servicio directo los fines de semana. El trayecto es increible, por medio de bosques que presentan un paisaje totalmente otoñal, con una inmensa paleta de ocres, verdes y marrones. Paramos en un par de estaciones y en una de ellas nos despistamos mirando el mercado hasta que nos damos cuenta que nuestro bus está saliendo de la estación y corremos hasta él.... menos mal! Porque las mochilas estaban dentro.... Vamos parando de vez en cuando a recoger gente por la carretera. Cada vez que sube alguien, hay un baile de asientos para acomodar al nuevo pasajero. Normalmente, los más jóvenes se van levantando para dejar asiento a los más viejos. A mi también me toca cederlo, pese a haber pagado por él.... Cuando llegamos a Bardin, nuestro conductor nos señala la parada del dolmus. Nos acercamos y nos apoderamos de dos asientos, pero como está bastante vacío, nos quedamos fuera estirando las piernas, hasta que el conductor nos viene a buscar para que subamos, pues el bus ya está lleno. Antes de arrancar, el mismo conductor nos cobra la tarifa a todos los pasajeros. Estamos gratamente sorprendidos de no tener problemas con este tema, como en otros países. En Turquia los precios están indicados en los autobuses, por lo que no hay que preocuparse por el hecho de ser extranjero. Llegamos a Asmara tras unos 20 minutos. El bus para en una punta de la bahía, desde donde tenemos vistas al pueblo. Y realmente es pintoresco y muy bonito... En el primer alojamiento que preguntamos, ya nos sale una sonrisa, pues el precio es mucho más económico de lo que esperábamos, aunque la habitación es pequeñita. Me quedo guardando las mochilas mientras la BM sale a explorar opciones. Regresa en menos de una hora con dos alojamientos finalistas y tras verlos, nos decidimos por un apartamento-ático con terraza y vistas al Mar Negro, con dos habitaciones (una abuhardillada) y grandes cristaleras. Una vez aposentadas las mochilas, nos preparamos un café para tomarnos en nuestra terraza y salimos a explorar. El pueblo no da mucho de sí: son un par de calles, con una bahía a cada lado. Está lleno de restaurantes y tiendas de souvenirs, así como un par de supermercados. Puesto que la comida hasta ahora ha sido uno de los puntos más débiles (por precio alto y cantidad ridícula) decidimos pasar por el super, comprar unos noodles. yogures, zumos, café y galletas y prepararnos nosotros mismos la comida que nos zampamos en nuestra terraza. Después de comer, recorremos el pueblo de punta a punta, de mirador en mirador, sentándonos en los lugares más bonitos para gozar de las vistas, paseamos por el puerto junto al resto de turistas y holgazaneamos viendo las tiendas de souvenirs..... Así hasta la hora de la cena, que nuevamente, tomamos en nuestra terraza. Y por fin, sobre las 22, caemos rendidos en el mundo de los sueños, sin prisa, sin estrés, disfrutando de la tranquilidad.....

Gente local, jugando al Rumikub

Comida en la terraza del apartamento

Vistas al puerto de Amasra

Preciosa Amasra





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