Continuamos en Bali, donde ya nos hemos relajado en lo referente a transportes y nos tenemos ya que preocupar por horarios, precios o conexiones de buses, bemos o ferries, asi que toda esta energia que nos queda liberalizada hemos decidido canalizarla y hacernos un buen trecking. Caminaremos hasta Pura Lempuyang, uno de los templos mas venerados de Bali, que esta a unos 10 km. Es un buen paseo y el camino es plano. Disfrutamos una vez mas de las vistas y el verdes del paisaje, aprovechando al maximo la sombra de los arboles, ya que el sol aprieta. Hace ya tiempo que llevamos puestos nuestros exclusivos trajes de sudor, hechos a medida por uno de los mejores sastres del mundo, cubriendonos todo el cuerpo, desde la cabeza hasta los pies... Llegamos a pie de la montanya donde esta situado el templo. A partir de aqui, se endurece el camino. Las cuestas tienen un desnivel importante. A la hora y despues de unas cuantas paradas, llegamos al primer nivel del templo. Es muy bonito, con sus altares, ofrendas y sobretodo, sus vistas, ya que al estar situado en la montanya, divisamos todo el valle, incluso el mar... Pero el ascenso no termina aqui. Nos quedan 1.700 escalones y unos repechones de infarto! La gente suele tardar unas 3 horas en subir. En esta parte, pierdo la cuenta de las veces que necesitamos parar, pero no de las razones: 1.cansancio 2.falta de aire 3.impedir que el corazon se salga por la boca... y eso que nosotros no subimos ofrendas. Pero los balineses si: sobre sus cabezas llevan frutas y agua, y no pocos quilos.. La recompensa al llegar arriba, son las vistas, que son espeluznantes. El volcan que tenemos enfrente reodeado del verde de la isla contrasta con el azul del mar y del cielo. Incluso podemos ver la isla de Lombok! La bajada es mucho mas facil y en el primer tramo repetimos camino, para luego desviarnos y bajar por otra parte de la montanya. Naturalmente, paramos a comer. El regreso se hace mucho mas llevadero, aunque no tenemos claro donde estamos... pero preguntando a la gente llegamos a Tirta Gangga, justo a tiempo para aprovechar los ultimos rayos de sol en el Palacio de Agua, donde nos volvemos a banyar y ducharnos con la gente local. Ya no ponen cara de sorpresa como ayer. Ya de noche, cena y cruzamos la calle para volver a la guest-house.
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