Hoy
el madrugón no tiene nombre: a las 3:30 de la mañana los suegros,
la BM, y nuestras dos mascotas (Rufo y Orellotes) nos vamos con los
ojos semicerrados hacia el coche, que ya tenemos cargado desde
anoche.
Acomodarnos
cuatro adultos y dos perros de 21 y 33 kg es un poco complicado, por
lo que la BM se sienta detrás con Orellotes en su falda.
Son
1500 km y calculamos que sobre las 19 horas estaremos en Libjuana,
donde hemos alquilado un apartamento para 8 noches.
El
viaje transcurre según lo previsto: una parada aquí para ir al WC,
una parada allí para estirar las piernas, otra parada para que los
perros hagan sus necesidades..... El tramo francés transcurre rápido
y sobre las 11:15 nos plantamos en Italia, tras pagar en diversos
peajes unos 70 euro. También novemos obligados a repostar en el país
vecino, que no se anda con tonterías, a la friolera de 1,49 el litro
de gasoil ( y porque era selfservice, si te la servían ellos subía
a 1,89!!!!).
Cuando
llegamos a Italia, la cosa mejora: nos pasamos unas 8 horas en sus
autopistas y pagamos “sólo” 60 euros. Y para entrar en
Eslovenia, el último de los pagos: la “vignete” que nos servirá
durante un mes para circular por las carreteras eslovacas (30 euros).
Con
ayuda de nuestro nuevo amigo (maps.me) llegamos sin problemas a la
puerta de nuestro apartamento. A las 19:30h estamos cruzando el
umbral de nuestra nueva casa, estamos más cansados que otra cosa. El
apartamento tiene 40m2 diáfanos, con dos camas dobles, cocina y sala
de estar y una terraza sobre el río que nos encanta, aunque no tiene
barandilla y eso nos preocupa un poco por los perros. Cenamos la
tortilla que nos ha preparado la suegra, ducha y sin pensarlo dos
veces nos dejamos caer en las camas para entrar en coma profundo.
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