jueves, 21 de junio de 2012

08-06-2012 De Yushu a Serxu Dzong

Día de traslado, esto implica madrugón del bueno, es decir, a las 05:45h estamos en pie. Como tenemos nuestra casa hecha, solo nos queda desayunar, ponernos el caparazón y salir a la calle para ir a la parada de furgonetas dirección Serxu Dzong. Una vez en la parada la negociación dura bien poco, consiguiendo acordar un precio razonable. Salimos enseguida, la furgoneta va llena, pero hemos debido coger la furgoneta errónea porque cada 2 o 3 km hemos de parar, se ve que tenemos una averiá y el conductor no sabe como solucionarla, el día de hoy va a ser muy muy pero que muy largo porque a este ritmo no llegaremos nunca. Primero el conductor va poniendo agua en el conducto refrigerante, agua que perdemos a los 10 minutos. Cuando ya nadie en la furgoneta tiene ni una gota mas de agua, hemos de ir parando por las casas pidiendo. Teniendo en cuenta que el trayecto es de 170 km y hemos de parar cada 5, echamos cuentas y creemos que ni para Navidad llegaremos. Finalmente pasa lo que tenia que pasar: la furgoneta deja de funcionar y no arranca ni siquiera con mas agua.... Así que nuestro conductor, tras mas de 1 hora intentando arrancarla con la ayuda de dos camioneros que finalmente se largan cansados y aburridos, hace autoestop y nos deja a los pasajeros en la cuneta mientras el va a la próxima población a buscar “ayuda”. Vuelve al cabo de hora y media con un garrafón de 5 litros de agua y un señor que a los 10 minutos se marcha (nosotros creíamos que era el mecánico, que lastima....). Al cabo de una hora mas, los pasajeros empiezan a recoger su equipaje y a hacer autoestop de vuelta. Nosotros somos mas atrevidos y arrancamos a andar hacia nuestro destino, para ser recogidos a los 10 minutos por un triciclo-tractor que arrastra a “nuestra” furgoneta. Llegamos al cruce y allí somos apeados. La localidad parece muy bonita y nos planteamos quedarnos hasta mañana, idea que olvidamos en cuanto tanteamos el precio de la comida. Al final encontramos un sitio donde comer (aunque fuera de nuestro presupuesto, pero algo hay que echar a la barriga, que no deja de quejarse) y saciados empezamos a andar al mismo tiempo que hacemos autoestop. Nos quedan unos 80 km hasta destino y tenemos la suerte de ser recogidos al cabo de una hora, cuando ya empezábamos a ver la cosa negra (y es que no pasa ni Dios por la carretera). Se ve que la efectividad de nuestros pulgares es elevada. Los paisajes son estremecedores: llanuras y llanuras llenas de “yaks” y tiendas nómadas, con montañas nevadas al fondo, aunque la carretera esta en estado tan salvaje como las llanuras y los nómadas: vamos pegando brincos de un lado al otro y eso que vamos en un 4x4. Nos encantaría tener nuestro propio coche para ir a nuestro ritmo y podernos parar cada 10 metros a disfrutar de las vistas, aunque tampoco podríamos salirnos mucho del camino, ya que constantemente aparecen perros tibetanos que se lanzan al paso del coche....
Finalmente y mucho mas tarde de lo previsto, llegamos a la población. Estamos contentos, por primera vez a la llegada a nuestro destino, este nos encanta a simple vista. Es un pueblo-monasterio, con una sola calle llena de barro, con un montón de llanuras alrededor, montañas nevadas y gente autentica tibetana. Vamos a la guest house que el conductor nos ha señalado (como la guía solo nombra, creemos que debe ser esa). El lugar da pena, por no tener, no tiene ni cuarto de baño, la mujer nos señala la llanura de delante para ir a hacer nuestras necesidades y por si fuera poco, la habitación es una nevera y todo alrededor esta en obras. Vamos, que nuestros ánimos se quedan por los suelos al nivel del mar (no a los 4000 metros que estamos) ya que teníamos previsto quedarnos unos días, pero en estas condiciones, la visita sera breve. Dejamos las mochilas en la nevera y salimos a explorar la calle. A los 10 minutos para un monje con un cochazo a hablar con nosotros y nos dice que hay otra guest house en el pueblo, la “Monastery Guest House”. Amablemente, nos lleve allí en coche (tampoco es que este lejos, pero aquí si tienen 4 ruedas, para que usar dos piernas). Una vez allí, y tras negociar el precio, nos enseñan el dormitorio. Para entendernos, no llega ni a una estrella, pero comparada con la nevera que tenemos, le damos la estrella pertinente. Y como plus, tiene lavabo!!!!! Pagamos 3 noches y nos volvemos a la nevera, recogemos las mochilas (por suerte aun no habíamos pagado), dejamos la llave en “recepción” (no encontramos a nadie a quien entregársela) y nos instalamos en el dormitorio, que deja que desear por su higiene. Por suerte, tenemos nuestros propias sabanas-saco, que nos quitan del apuro. Algo mas contentos, vamos a nuestro segundo cometido: la comida. Y sorpresa, sorpresa... por ser un área muy pobre, ni en Macau tenían estos precios. Literalmente, el triple de caro de cualquier lugar de los que hemos estado hasta ahora. Parece que todo esto es debido a los famosos gusanos que venden por todas partes. Nos explican que la calle-ciudad, es uno de los mercados negros de la zona, aunque no entendemos como puede ser “negro” si hay centenares de tibetanos comprando y vendiendo en la única calle del pueblo y el coche patrulla pasea arriba y abajo de la calle.... Al final nos salvamos de la ruina cenando unos fideos instantáneos y mañana Dios dirá (y esperemos que proveerá....). Por la noche, cuando ya estamos dormidos (en el dormitorio hay 3 camas, la BM y yo compartimos una y las otras están vacías) aporrean la puerta y al abrir, el monje que gestiona la GH nos dice que hay una mujer que dormirá en una de las camas: la mujer es una tibetana tradicional, gigante, con su traje, su abrigo de oso y sus joyas tibetanas. Nos miramos mutuamente, y después de inspeccionarnos, nos sumimos los 3 en un profundo sueño.



Que ilusion mas grande nos produce irnos de nuestra guesthouse!! A ver si tenemos mas suerte en el proximo destino.
En el tractor que remolca nuestra furgoneta. Al final la jugada nos salio bien, ya que el traslado no nos costo nada.

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