06h
nos despertamos con las campanadas de la iglesia y con el despertador
del móvil, hacemos las mochilas y salimos a desayunar. Con el
estomago lleno todo se ve diferente y mejor, volvemos al hotel para
cargarnos las mochilas a la espalda y nos encaminamos hacia la parada
de bus destino Ramena (sólo son 18km). Una vez en la parada nos
sentamos en unos troncos junto los malgaches esperando llegue la
furgoneta-bus, pero la espera se hace larga. Cuando finalmente llega,
vamos encajonados en la parte de atrás, y cuando uno se cree que ya
no cabe nadie más, nos volvemos a equivocar.
Si
la espera resulto larga el trayecto se hace eterno: paradas cada dos
por tres para levantar el capó de la furgoneta-bus y hacer no sé
qué mientras todos estamos en la parte de atrás sin movernos. Eso
sí, cuando la furgoneta-bus funciona, el conductor conduce pisando a
fondo el acelerador, nunca se sabe cuando se va averiar y hay que
avanzar todo lo posible.
Al
final llegamos a destino y esta vez mientras la B.M se queda con las
mochilas y todos los pesados caza-turistas, yo me pongo en marcha y
busco alojamiento. Lo primero que veo es una playa espectacular, de
arena blanca y aguas turquesas, el lugar promete y con esta
motivación acaba encontrando un alojamiento chulísimo para pasar
estos días.
A
las 10h tenemos los deberes hechos, ya sólo nos queda volver a
llenar el buche (hoy tengo mucha hambre) y a pasar el resto del día
a la playa.
En
seguida se nos hacercan dos locales que intentan vendernos la
excursión al mar esmeralda con todo incluido, es decir, equipo de
snorkel, comida y bebida para todo el día y entrada a la zona. Pero
como no tenemos prisa, dejamos que ellos sólos se negocien el precio
y les respondemos con un “ya me lo pensaré”.
El
día de playa resulta ser un 10 y cuando la marea baja continuamos
teniendo agua en la cual bañarnos. A la hora de comer la cosa
resulta un poco más difícil, aquí los precios son exageradamente
más elevados y las raciones ridículas, pero al final negociamos el
precio y la Sra nos sorprende con una buena ración, tenemos un buen
alojamiento, buena comida y una playa de ensueño, no se puede pedir
nada más.
Antes
de la puesta de sol, se nos acerca otra pareja de locales para volver
a ofrecernos la excursión al mar esmeralda y como nos hacen mejor
precio que los de la mañana, cerramos el trato con ellos y después,
para terminar el día nos tomamos nuestra Coca Cola en un chiringuito
de la playa, en primera linea del mar.
Ya
de noche de camino a nuestro hotel, paramos a cenar y sin nada más
que ofrecer a la aldea nos refugiamos en nuestro bungalow, donde nos
quitamos la salitre y la crema de sol acumulada del día y nos
tiramos a la lectura hasta la hora de dormir.
Nuestro alojamiento en Ramena |
Puesta de sol |
Añadir leyenda |
Pescadito frito, para comer |
Nuestra playita casi particular |
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