lunes, 22 de agosto de 2016

22/08/2016 Diego Suarez. Trecking en la Motaña de Francia

Siguiendo la costumbre, nos levantamos a las 6, porque queremos ir a hacer un trecking que empieza a 6 km de Diego.
Desayunamos y empezamos a andar. A medida que avanzamos, la boca se nos va quedando más y más abierta, ya que las vistas que tenemos son espectaculares. La bahia de Diego (la segunda más grande del mundo después de la de Río de Janeiro) es indescriptible de lo bonita que es. El mar azul turquesa rodea una montaña sagrada que emerge del agua (Montaña de Pan de Azúcar). Nos lanzaríamos al agua de cabeza si no fuera por varias razones: no llevamos bañador, hoy queremos hacer un trecking y la más importante: no hay ni una sola orilla por donde acercarse al agua. Eso sí, fotografiamos la bahía desde todos los ángulos. Justo en el km 8 llegamos a la taquilla para hacer el circuito Anosiravo, donde pagamos religiosamente la entrada y el precio de la guía. El ascenso es de unos 365 metros y empezamos viendo los baobabs endémicos de la zona (en forma de T), que justo habíamos visto antes de empezar el circuito por nuestra cuenta ( y gratis). Nuestra guía no es muy parlanchina y eso significa que no nos da mucha tregua mientras subimos. Llegamos al primer mirador, sin ninguna dificultad y sin ver ningún animal (lemures, camaleones...) aunque las vistas van mejorando a cada metro que subimos. Continuamos el ascenso, encontramos a otro grupo de turistas, pasamos por un par de túneles por donde los franceses, que estaban en lo alto de la montaña (de ahí el nombre de la zona) hacían pasarar sus vagonetas para subir y bajar minerales (la zona es muy rica en ellos). Llegamos al segundo mirador, donde tenemos una vista de 360 grados sobre la bahía. Sublime. Hacemos los OOOOOhs y AAAAAhs pertinentes mientras sacamos las fotos de rigor, recuperamos el aliento y empezamos el ascenso. Como quien no quiere la cosa, llegamos a la caseta de entrada y aunque las vistas han merecido el esfuerzo, no hemos visto ni un solo animal. Se lo decimos al chico de la taquilla quien muy solicitamente sale a la búsqueda de un camaleón y no para hasta encontrarlo. Nos llama para que lo veamos, disfrutamos del animal e incluso vemos como cambia de color cuando se va de la rama en la que tomaba tranquilamente el sol, a unas hojas del árbol. Cansados, emprendemos el regreso, que con el sol en lo alto, es más duro que la ida. Además, la marea ha retirado el agua y aunque teníamos pensado refrescarnos en ropa interior, la falta de agua hace que sea imposible. Cuando llegamos a Diego, nos asomamos a su concurrido mercado, donde comemos y después paseamos por el centro. Hoy, a diferencia de ayer, está muy animado, pues las tiendas están abiertas. Cuando oscurece, picoteamos alguna cosa y nos vamos a la terraza de al lado del hotel, a refrescarnos con nuestra Coca-cola, para después subir a la habitación y sacarnos toda la sudor acumulada del día, tras lo que aprovechamos para actualizar el blog y “charlar” con la familia.



Vistas a la Bahía de Diego Suarez, que quitan el hipo. 

La BM, alucinando con el lugar.

Baobab con forma de T, endémico de la zona


Punto de incio del trecking a la montaña de Francia



Por los túneles

Montaña de Pain de Sucre

OOOOOOOOOOOHHHHHHH

Aquí estamos nosotros!!!


A la vuelta, el agua ha desaparecido.


Y hoy, para comer, una pedazo de sopa!!!

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