Nos
despertamos excitadísimos y es que hoy vamos a visitar uno de
nuestros puntos estrella del viaje: la famosa Avenida de los Baobabs.
Puesto que nuestra genial guía no da detalles de como llegar hasta
ella con transporte público y los del hotel sólo nos ofrecen llamar
a un taxi, salimos a explorar opciones. Tenemos mucha suerte, porque
en el pueblo hay una oficina de turismo. La chica de la oficina nos
informa que tenemos que ir por la nacional durante 15 km hasta el
cruce con la carretera de Belo y des de allí hay otros 6 km. Hay
transporte público hasta el cruce y a partir de éste, se puede
tomar un cyclo (taxi bicicleta). Pero por supuesto, por 6 km.....
podemos ir a pié!! Pasamos por el mercado donde desayunamos, nos
aprovisionamos de plátanos y nos subimos al taxi-brousse hasta el
cruce, donde llegamos sin problemas. A partir de aquí, la carretera
se convierte en un camino precioso, con arrozales a ambos lados y
después de 1´5 km, los primeros baobabs!! No nos cansamos de sacar
fotos, a todos y cada uno de ellos, desviándonos del camino a un
lado y al otro, hasta que llegamos a la famosa “foto” que aparece
en todas las guías, libros y postales. Pero lo mejor no es “la
foto”, si no todas las miles de fotos que se pueden tomar con tan
sólo adentrarse unos metros a la izquierda o a la derecha. Algo de
lo más espectacular!!! Sobre las 16 horas, emprendemos el regreso
hasta el cruce, no queremos que se nos haga de noche aquí. Llegamos
al cruce sin problemas y cogemos de nuevo el transporte al centro. De
camino al centro, el bus se para en el arcén y todos los pasajeros
bajan corriendo y desaparecen entre la maleza, por supuesto nosotros
hacemos lo mismo, no sabemos que pasa pero no nos vamos a quedar
sólos en el bus. Tanta expectación es de vida porque hay un muerto
con la mano amputada y se morían de ganas de verlo y sacarles fotos,
la B.M y yo nos quedamos en schock, tanto alboroto para ver a un
muerto y sacarle fotos con un móvil, sin que nadie se preocupe por
el o sus familiares. Volvemos al bus después de tan rica experiencia
y sin más sorpresas llegamos a destino, donde cenamos un arroz con
tomate y pescado en el mercado y para celebrar el fin de un día
glorioso, nos tomamos una fresca coca-cola en una terraza, tras la
cual regresamos al hotel a dormir como benditos, con una sonrisas
permanente en la cara.
IMÁGENES QUE VALEN MÁS QUE 1.000 PALABRAS....
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