A
las 7 estamos clavados en la taquilla, pero no hay nadie. Después de
una hora, aparece un señor que nos dice que el taxi brousse saldrá
a las 8. Le decimos que ya son las 8 y nos dice que entonces quizás
vendrá más tarde, que volvamos después. Vamos al hotel, recogemos
las mochilas y nos plantamos de nuevo en la taquilla, donde por fin
aparece la responsable, que nos dice que el taxi brousse saldrá a
las 15 horas, pero que volvamos a las 11. No entendemos para qué
hemos de volver a las 11, pero decidimos obedecer. Con el rato que
nos queda, nos acercamos al embarcadero a sacar alguna foto. Cuando
volvemos a las 11, hay una furgoneta destartalada y oxidada en la
calle y la responsable nos dice que es el taxi-brousse. Estamos
contentos, al menos parece que algo empieza a salir bien. Nos
sentamos con la gente que está sentada por la calle y esperamos.
Esperamos. Esperamos..... Por fin, subimos al taxi brousse y
nuevamente nos ofrecen ir en la cabina de la furgoneta, detrás del
conductor. Al lado del conductor van dos pasajeros más, en segunda
fila somos 4 y en la parte trasera, distribuidos en dos bancos (uno a
cada lado) más una fila central que va sentada en el suelo, van unas
20 personas, apretadas como sardinas y sudando la gota gorda. Cuando
el conductor decide arrancar, resulta que no tiene batería. Una vez
solucionan el problema, parece que hay algún problema en el motor.
Mientras arreglan todos estos percances, los pasajeros siguen
encerrados en la lata trasera bajo el sol.... Pasado no sé cuanto
rato, la furgoneta empieza a moverse. Vamos hasta la esquina y
hacemos la primera parada para poner gasolina. Seguimos hasta la
siguiente esquina, el conductor para el motor y se va. Nos deja a
todos sin explicación. Poco a poco, todo el mundo baja de la
furgoneta con cara de resignación y nos sentamos a esperar la vuelta
del conductor. Vuelve una hora más tarde. La furgoneta no arranca y
la tienen que arrastrar hasta que el fin se mueve sola. Subimos todos
de nuevo y empezamos el trayecto. En principio, lo que había de ser
un traslado de 4 o 5 horas se convierte en un traslado eterno e
infernal. Parece que no vamos a llegar nunca, la carretera tiene
algunos tramos totalmente intransitables, con agujeros, puentes
caídos que nos obligan a desviarnos.... Si esto fuera poco, el
conductor para constantemente, a saludar a amigos suyos, a tomar un
café, una cerveza.... Los pasajeros (nosotros entre ellos) no
dejamos de intercambiar miradas cada vez que se para la furgoneta,
pero al conductor le da igual... Finalmente y cuando ya está
oscureciendo, llegamos a la orila del ría Manambolo, donde por fin
algo nos sale mejor de lo que esperábamos, ya que la furgoneta del
infierno también coge el ferrys que nos llevara a Bekopaka,
ahorrándonos tener que andar los últimos 3 km que hay desde el
embarcadero hasta el pueblo. No nos lo podemos creer cuando por fin
llegamos, casi se nos caen las lágrimas... En principio, tenemos una
reserva hecha, pero nos da miedo que nos pase como en Belo y eso nos
tiene un poco preocupados. Sólo bajar, un conductor nos ofrece
llevarnos mañana a los Tsinguis, pero en este momento tenemos otras
preocupaciones en la cabeza y nos lo sacamos de encima amablemente.
Caminamos el kilómetro que nos separa de nuestro hotel y al
llegar..... sorpresa!! Y muy agradable!! Nos reciben con un zumo
fresco, la reserva está correcta, nuestro bungalow es muy bonito,
hay hamacas y tumbonas... Parece que hayamos llegado al paraíso
después de todo el día esperando al taxi-brousse y después
viajando en él, esta vez más que nunca, una vez en la habitación
damos gracias.
La
BM sale corriendo a preguntar a la dueña si es posible quedarnos una
noche más (en principio sólo habíamos reservado dos noches) y
cuando esta nos dice que sí, brincamos de alegría!
Una
vez instalados, volvemos al pueblo a cenar, tomarnos una Coca Cola y
regresamos al hotel para chatear con la familia y volver a nuestra
cabaña para entrar sin demora en el reino de los sueños.
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En la taquilla |
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Esperando horas y horas la salida de la furgoneta |
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Como siempre, no hay trayecto sin avería |
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Hoy también cruzamos río para llegar a Bekopaka |
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Nuestra cabañita del hotel. |
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