A
las 7 estamos plantados en la estación de taxi brousses, dejamos
nuestras mochila, encargamos dos billetes y salimos a desayunar.
Como siempre, hay que esperar a que el transporte se llene para
salir. Al cabo de una hora, todo está listo para el trayecto. El
taxi-brousse esta vez consiste en una furgoneta con la parte trasera
adaptada para llevar pasajeros como aquel que lleva cerdos al
matadero, pero por ser turistas, nos hacen el honor de dejarnos ir al
lado del conductor, cosa que se agradece, porque la parte de atrás
de la furgoneta da pánico. El trayecto es increíble, ya que pasamos
de nuevo por la Avda de los Baobabs y seguimos por el camino de
tierra rojiza con baobabs a ambos lados durante 5 horas. El viaje
finaliza a un lado del rio Tsiribina, la ciudad está al otro lado
del río. Conocemos unos españoles que acaban de cruzarlo (por
supuesto van con su conductor y su 4x4) y muy amablemente nos
explican que tenemos 2 opciones: cruzar con el ferry de vehículos o
con las canoas de personas. Su conductor nos aconseja coger las
canoas, que son mucho más rápidas. Nos acercamos al embarcadero y
tras inspeccionar la zona, nos subimos a una de ellas. El trayecto
dura una media hora y cuando por fin nos deja al otro lado del río,
hemos de descalzarnos y saltar al agua (que nos llega hasta los
tobillos) para después llegar al pueblo. Nos dirigimos al
alojamiento que la BM había reservado. El pueblo es un lugar muy
polvoriento, con un pequeño mercado. Cuando llegamos a nuestro
hotel, su dueño (un francés ya en edad avanzada) nos indica que no
tenemos ninguna habitación reservada y aunque la BM le muestra el
mail que él mismo nos envió confirmando la reserva, el señor
insiste en que no tenemos reserva. Finalmente “encuentran”una
habitación para nosotros, pero todavía no está preparada. Dejamos
las mochilas allí y salimos a comer, pero antes le preguntamos sobre
el transporte para mañana y nos contesta que su hotel no es ninguna
estación de buses. Además, nos dice que el wifi sólo es para la
gente que come en el restaurante del hotel.
Un
poco moscas, llenamos nuestros estómagos en uno de los restaurantes
del pueblo y empezamos a preguntar sobre el bus para Bekopaka. La
información que la gente nos ofrece es muy contradictoria, pero
conseguimos llegar hasta la taquilla del bus, donde no hay nadie.
Preguntamos en la farmacia del lado y muy amablemente nos dice lo
poco que sabe (que no es seguro que haya taxi brousse y que salen de
al lado de su farmacia, pero no sabe horario). Por esas cosas de la
vida, el farmaceutico tiene un hotel al lado de su farmacia y nos
enseña las habitaciones, que son muy y muy simples.... Pero como
estamos enfadados con el dueño del otro hotel, decidimos ir a buscar
las mochilas e instalarnos en este, que está al lado de la “parada”
de taxi brousse.
Una
vez hecho el traslado, volvemos a la taquilla, que sigue estando
vacía. La chica de la tienda de al lado, nos dice que la responsable
está durmiendo y que volvamos más tarde. Damos una vuelta por el
pueblo, que no tiene demasiado interés, volvemos a la taquilla,
donde la chica de la tienda de al lado nos dice que la responsable ya
se ha despertado, pero que se ha ido. Muy amablemente, nos dice que
mejor que volvamos mañana a las 7, para reservar una plaza.
Como
no hay manera de clarificar nada, decidimos hacer caso y volver por
la mañana.
Cenamos
alguna cosa y nos retiramos a nuestros aposentos, a esperar el nuevo
día y ver si aclaramos algo más.......
Cargando la furgoneta, para salir. |
En el ferry, cruzando el río hacia Belo |
Para bajar del ferry, hay que mojarse los píes |
Niños jugando y haciendo apuestas |
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