miércoles, 29 de junio de 2016

01/09/2015 Bahir Dar

La noche a ido según lo previsto, oscura y silenciosa, aunque se nos presentó un guía en la habitación por la tarde para ofrecernos sus servicios y acompañarnos a visitar los templos de la zona. Declinamos sus servicios y hoy vamos a ir a Zege a visitar un monasterio. El bus lo cogemos sin problemas y el paisaje hasta Zege nos recuerda a Camboya. La población es pequeña, yo diría que es más bien una aldea y parece que estamos de suerte, porque hay mercado, ¡mira que bien!. Pero primero es lo primero y vamos andando hasta el templo famoso por sus pinturas. Nos encontramos al guardián del templo que muy amablemente nos dice que la entrada cuesta 100 birr por persona, una salvajada! pero como algo pude ver al final desde fuera decidimos visitarlo. El templo en si no es nada del otro mundo, pero las pinturas resultan interesantes y sin darnos cuenta pasamos una hora mirando las pinturas y disfrutando de la sombra y el fresco. Como la guía dice que este es el templo mas bonito ya nos queda claro que no visitaremos ninguno mas, como diría mi suegro:” Visto uno visto todos”.
Así, hecha la visita del día, volvemos a la aldea chino-chano, disfrutando de las vistas y del paisaje, también caminamos un buen rato alrededor del lago, pero como hemos de coger el bus decidimos volver a la aldea, caminar un poco por el mercado y puesto que tenemos apetito, vemos un restaurante local y decidimos tomarnos un plato tradicional de pescado, que resulta estar delicioso Cuando acabamos de comer, nos ponemos a esperar el bus, pero la espera se hace más larga de lo normal y hay mucha gente haciendo cola. Se empieza a rumorear que éste será el ultimo bus del día, así que habrá que cogerlo sí o sí. Pero en cuanto aparece el bus, la cola desparece y la gente se vuelve loca. Antes que baje la gente del bus, ya hay quien sube incluso por la ventana. Dentro del bus hay gente que pese a haber llegado a su destino, no quiere abandonar su asiento si no les pagas y claro, si no pagas no tienes asiento. La B.M y yo nos separamos, ella va por la puerta trasera y yo la delantera, consigo entrar de los primeros y los único cuatro asientos libres parecen estar ocupados por un hombre, empiezan a chillar y de repente sin saber de donde un hombre salta por encima mío y le regala todo su puño al otro. Yo, asustado me doy media vuelta e intento salir de ahí, todo son gritos al final un hombre me coge fuerte y me saca del barullo, poniéndome al lado del conductor a salvo, todo es caótico y no veo a la B.M, el tiempo parece discurrir muy lentamente pero al final la B.M y yo nos reencontramos, los dos estamos bien, pero nerviosos. Para nuestra desgracia no hemos conseguido asiento y en Etiopía solo puedes viajar si tienes asiento, no dejan que la gente vaya de pie. Tiene que venir la policía y echarnos a todos los que no tenemos asiento y justo cuando bajamos del bus llega otro, esta vez la B.M y yo ni nos lo pensamos, vamos a cuchillo, ella consigue entrar antes de que pare el bus, y se sienta al lado de un “ocupa asientos” con el que negocia que no se salga de su silla hasta que entre yo. De esta manera, nos consigue los 2 asientos que nos llevaran de vuelta, aunque a mi me cuesta subir al final consigo sentarme, y aun con el susto en el cuerpo volvemos al campo base. Hoy nos ha ido de bien poco... Una vez en nuestro destino y ya más calmados cenamos y buscamos información para la excursión de mañana.

Con todo hecho solo nos queda pasear por la localidad con un buen cono de patatas fritas hechas en la calle.

Salpicadero del bus

Banyac Tree

Interior de templo

Pinturas interior templo

Camino del templo

A la sombra....


Canoas de papiro




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