Justo
levantarnos la B.M sale a buscar un nuevo alojamiento mientras yo
ganduleo un rato más. Al final resulta que donde estamos es lo mejor
que hemos encontrado, pero nos cambiamos de habitación a otra con
baño compartido. Ha coincido con otros viajeros que están igual que
nosotros desesperados por encontrar algo decente en la ciudad, pero
la misión fracasa....
Salimos
con hambre de conocer la ciudad amurallada Patrimonio de la Humanidad
y también con hambre de llenar nuestros buches. Lo segundo resulta
fácil y agradable, encontramos un restaurante en la plaza principal
donde hacen huevos revueltos con pan y te muy buenos.
La
ciudad la recorremos en un diaa, y la verdad no entendemos porque es
tan especial, a parte de la olor a orina, cagadas humanas y gente
pidiéndote dinero constantemente.
La
única ventaja que le vemos, es que al estar en el desierto, hace
calor, la ropa se seca y no tenemos los pies mojados durante todo el
día, incluso la B.M parece se encuentra mejor.
Por
la noche asistimos al espectáculo del hombre hiena, mas que nada
consiste en un hombre que cada día trae 2 cubos de carne y les da de
comer, incluso deja que algún turista lo haga... Según la oficina
de turismo, el espectáculo era gratuito porque el hombre lo hacia
para conectarse con las hienas y por razones espirituales, pero en la
realidad la única conexión es con los dólares de los turistas. Por
supuesto, al descubrir que no pagaríamos, uno de sus ayudantes nos
echa de “buenas maneras”. Pero para ver esto a las luces de un 4
x 4 prefiero ir al circo.
Tras
la mini función nos retiramos a dormir.
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