A
las 03:30h estamos en pie, esperamos el minibus en la parada que nos
han dicho. Todos los “amigos” borrachos que encontramos nos juran
y perjuran que a estas horas no hay minibuses, pero nosotros tenemos
una fe ciega en el minibus. Tras 3 cuartos de hora esperando y
aguantando a un etíope alegre que no se separa de nosotros y no deja
de repetirnos que un taxi es el único modo de llegar a la estación
a estas horas. decidimos ir andando, pero en menos de 300 metros
desistimos: no hay luz en las calles, sólo borrachos y todo nos
parece peligroso. Decidimos resignarnos y empezamos a negociar el
precio del taxi. Empezamos la negociación pero los precios son
abusivos, ni en londres te piden tanto. Nos piden por el taxi hasta
la estación lo mismo que hemos pagado por el bus a Lalibela, que es
una traslado de 2 días. El conductor no parece dispuesto a bajar ni
un céntimo y nosotros empezamos a estar desesperados, cuando sin
previo aviso y sin saber de dónde ha venido, oímos un ángel que
grita: ” Estación de Lambert”. Nos giramos y vemos a nuestro
lado un minibús. En menos de un segundo la B.M y yo estamos dentro
del minibus mientras el conductor del taxi le regala unos cuantos
piropos al ayudante del minibus. Nos ha ido de un pelo, no sólo por
el precio del taxi sino también porque el conductor no nos parecía
nada seguro. A las 05h presenciamos por primera vez la apertura de la
estacion de buses, que básicamente consiste en abrir las puertas y
todo el mundo, como si fuéramos miuras, vamos corriendo hacia el bus
correspondiente para coger sitio. Una vez cogido sitio nos esperamos
a que se vaya llenando y finalmente a las 06h, nos toca cambiar de
bus y conseguimos dos asientos en el otro bus que ya iba medio lleno
aunque hay pasajeros que se quedan a tierra. Aquí no importa que
tengas billete: o consigues un asiento, o no viajas, puesto que en
Etiopía está prohibido que la gente viaje sin asiento. Desde luego
no son ni las 07h y vaya día mas movidito.... Por fin salimos de la
estación, sobre las 07:30. Tanto miedo por perder el bus y luego
sale cuando quiere....Sobre las 09h el ayudante del conductor reparte
unos panecillos a cada pasajero, se ve que va incluido en el precio.
El viaje transcurre con normalidad, dígase, curvas, baches, trozos
de carretera sin asfaltar, gente llenado bolsas de plástico con sus
vómitos, etc, etc.. Los paisajes son interesantes, y todo va de
maravilla, incluso la parada para comer. Pero como el día ha
empezado como ha empezado, estábamos seguros que habría algún
pero, llámame intuitivo... Éste ha sido el pero del viaje de hoy: a
media tarde vemos al ayudante del conductor devolver dinero a los
pasajeros y estos quejarse. Nadie se queja normalmente por recibir
dinero, así que nos esperamos lo peor. Cuando el ayudante llega a
nuestro lado y nos ofrece un fajo de billetes, deducimos que algo
pasa....Preguntamos y un amable joven que habla inglés nos informa
que al autobús le ha salido otro servicio mas rentable y que no nos
llevaran a Lalibela, si no que nos dejaran en Dessi (medio camino y
un par de horas antes que el pueblo al que debíamos llegar hoy) y a
partir de aquí hemos de buscarnos la vida, y nos guste o no, no
tenemos alternativa.
Una
vez apeados en la estacion de buses de Dessi, nos hacemos rápidamente
con un billete para el día siguiente, que nos cuesta más barato de
lo que nos han devuelto en el bus y como se ve que la población es
lugar de paso no nos resulta difícil encontrar una habitación..
Para nuestra sorpresa, la habitación es preciosa y limpia y tiene
ducha compartida con agua caliente. Todo un lujo si lo comparamos con
la habitación en la que hemos estado en Addis. Como aún nos queda
una par de horas de luz, las aprovechamos para pasear y cenar, porque
hambre lo que se dice hambre tenemos y mucha. Encontramos un
restaurante local en el que, como no, sirven bandejas gigantes de
espaguetis y compartimos una para los dos. La comida nos está
resultando muy económica, puesto que una bandeja de esta, de la que
comemos los dos y quedamos saciados, cuesta menos de un euro.
Como
a las 05h abren la puerta de toriles de la estacion de buses nos
retiramos temprano a nuestro aposento, para poder disfrutar de esa
enorme cama limpia, que mañana nos espera otro buen madrugón.
Jugando al futbolín en la calle. |
Vistas por el camino |
Vendedor de zapatillas |
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