Hoy
tenemos pensado hacer un nuevo trecking y acercarnos al Salto del
Claro. Un turista le dijo a la BM que estaba cerca y que valía la
pena, así que después del ritual matutino que hoy transcurre con la
calma absoluta, cargamos la mochila y vamos hacia allá. Por el
camino se nos “adueña” un perro que nos acompaña durante toda
la excursión. En todo Chile en general hay perros callejeros, a los
que con sólo mirarlos una vez a los ojos, se te pegan y te acompañan
a todas partes, nos parte el alma. El trecking hasta el salto es más
duro de lo que esperábamos y hacemos una parada por el camino para
comernos los bocatas que como no, hemos de compartir con nuestro
amigo. Durante todo el camino vemos carteles anunciando el precio de
la entrada, suponemos que es por si alguien no lo tiene claro, que lo
sepa antes de andar tanto... El último tramo es el más bonito, ya
que nos vamos adentrando por un camino cada vez más estrecho y
bordeado de vegetación hasta que finalmente se vuelve una empinada
cuesta hacia abajo, llena de raíces que facilitan el descenso, ya
que de otra manera hubiese sido esquiando.... Y de golpe, sin más,
vemos el salto delante nuestro: un chorro de agua que cae 90 metros
en medio de un claro. Espectacular!! No nos conformamos con verlo
desde el mirador y bajamos hasta la base, donde el agua salpica de
tal manera que no sabemos si llueve o es simplemente las gotas que
salen disparadas..... Nos tomamos las fotos de rigor y emprendemos el
regreso, donde sin ninguna explicación, nuestro amigo nos deja por
otros turistas que deben tener algún bocadillo más sabroso que el
nuestro.
Una
vez en Pucón nos relajamos (aún más) paseando por la localidad,
comprando comida, paseando por la orilla de la playa, hasta el
momento que el sol decide dejarnos, obligándonos a volver a la
guesthouse. Hoy tenemos compañeros nuevos, dos chilenos y un alemán
que viaja por las américas en bicicleta. Así que la conversación
hoy es animada.
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Bonita puesta de sol en Pukon
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