A
las 07h suena el despertador, nos levantamos, llenamos los depósitos
hasta arriba y salimos por la puerta dispuesto a comernos el mundo.
Lo primero es bajar los 338 escalones que son los mismos que subimos
por la noche o el primer día cargados con las mochilas. Lo segundo
es buscar la parada de bus que nos lleve a Laguna Verde y una vez
localizada esperar el bus sentaditos, aunque esto último no podemos
hacerlo porque el bus llega al momento. El recorrido dura unos 20
minutos y subir los cerros en bus y no a pie es todo un gozo, no
tanto bajarlos y ver que el conductor esta pendiente de todo menos de
la carretera, pero finalmente llegamos a destino vivos...
Nos
deja en una playa enorme, llena de aves y aguas turquesas pero con
señales en todas partes prohibiendo bañarse en la playa. Después
de hablar con una mujer, nos explica que hay corrientes y agujeros y
que este año han muerto varias personas a pesar de todas las señales
que hay.
Como
el lugar no da para más, tirando del gps del móvil decidimos ir
hasta la Caleta la Docas, que esta entre 8 y 12km dependiendo a quien
se lo preguntes...Ni cortos ni perezosos nos ponemos en modo andar,
el paisaje no es nada bonito ni interesante al principio y después
se transforma en un pinar dividido en centenares de parcelas para los
domingueros y turistas. Finalmente llegamos, y las vistas y la playa
son preciosas, aunque nos sorprende porque esta llena de tiendas de
acampar, se ve que los jóvenes vienen a pasar la noche aquí. Aquí
uno tampoco se puede bañar, pero ya me lo esperaba, aunque no
entiendo que tanta playa bonita, tanto sol y calor para luego ni
poderte bañar, es todo un suplicio. Tras pasar un buen rato
empezamos la vuelta, que pinta dura porque todo es subida, por
suerte, al poco pasa una ranchera que nos recoge y nos lleva hasta la
parada de bus, esto si es tener suerte.
Regresamos
a Valparaíso en bus, y nos dedicamos a buscar alojamiento, porque no
tenemos claro si nos quedaremos donde estamos, pero viendo lo que
vemos esta noche enviaremos un mensaje al dueño para confirmar que
nos quedamos unas noches más.
Paseamos
por la localidad, esta vez por la zona central y por donde hay más
gente. Y antes de subir los 338 escalones nos aprovisionamos con la
cena y el desayuno.
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