La
B.M ha pasado una noche malísima con el resfriado, y yo creo que ya
estoy contagiado. Como llueve retardamos la salida, y cuando por fin
para, con el día nublado, salimos a pasear.
Volvemos
acercarnos a la zona de la playa, pero nuestro caminar no es tan
fluido como ayer. Paseamos por la playa y también por el camino que
transcurre a su lado, comemos en un chiringuito pescado frito con
verduras, visitamos un par de aldeas y en nuestro caminar cruzamos un
puente que resulta ser toda una atracción local. La razón es que se
ven huesos humanos en el fondo del agua envueltos en un saco. Sabemos
que son huesos humanos porque todos los lugareños coinciden en el
diagnóstico.
Nuestros
niveles de energía no se terminan de llenar, más bien todo lo
contrario, así que decidimos retirarnos y volver por donde
venimos... No se porque pero la vuelta se hace eterna, es como si el
camino se hubiese estirado. Por fin, llegamos al hotel, donde yo me
estiro un rato en la cama mientras la B.M aprovecha para chatear con
la familia. Antes que oscurezca salimos a cenar nos tomamos un café
bien calentito y con las últimas luces nos retiramos a nuestra
guarida. La B.M se queda k.o antes de lo previsto y yo aguanto hasta
una hora prudencial leyendo un libro.
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Nuestro hotel: Les Delices d'Orient |
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El tiempo está revuelto, y el agua también. |
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Zurcidor de redes de pescar |
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Los caminos están encharcados por la lluvia. |
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Niños jugando con las piraguas en el Canal de Pangalés |
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Nuestra comida de hoy, en el chiringuito de playa. |
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Puesto de cosedoras |
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Mercado en la calle |
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