miércoles, 27 de julio de 2016

20/07/2016 de Tulear a Mangily

La B.M ayer por la noche puso el despertador a las 06h, lentamente y sin prisa hacemos las mochilas, nos la cargamos, liquidamos la cuenta y empezamos la “travesía” hasta la estación de buses... en el segundo puesto de desayunos la B.M nos obliga hacer la parada reglamentaria. Tras una larga pausa llegamos a destino, nos hacemos con un par de asientos en el bus y “sólo” hemos de esperar unos 20 minutos a que se llene y salgamos.
Llegamos a Mangily una hora más tarde, el autobús nos deja en una calle polvorienta en medio de la nada. Como no vemos nada claro nos tomamos un café en un puesto callejero y tras este la B.M va en busca de alojamiento mientras yo me quedo con todo. Al cabo de un buen rato vuelve con un par de ofertas, rechazamos las de primera linea del mar y nos quedamos en el “núcleo” del pueblo, parece muy tranquila.
Tras instalarnos nos ponemos los bañadores, comemos en el mercado y vamos a la playa, pero el baño se nos hace difícil porque la marea esta baja y ahora es todo arena. Lo que nos sorprende es la animación local que hay muchos niños, niñas y mujeres recogiendo crustacios de la arena.
Nos instalamos debajo un cocotero a tomar el sol y esperar que el mar vuelva a su sitio, pero para que no nos aburramos los lugareños nos entretienen ofreciéndonos todo tipo de artesanía, pareos, barquitos de madera y masajes. Cuando por fin el agua vuelve a su sitio nos damos el primer baño del viaje.
Cansados de tomar el sol caminamos un poco por la poca orilla que hay, y es cuando nos damos cuenta que el sol se pone por este lado y podremos ver como la gran bola de fuego se sumerge en el agua, dándonos una paleta de colores en el cielo espectacular... y todo esto hubiese sido posible verlo si no fuese porque una asiática fotógrafa se empeño en hacernos una foto mientras nos mirábamos, mientras la puesta de sol seguía su curso, enseñarnos la imagen y pedirnos nuestra cámara para inmortalizar el momento. Pero el traspaso de la cámara no resulto ir tan bien como esperábamos, porque por el camino termino en la arena, llenándose buena parte de ella, y una vez termine de limpiarla ya casi había oscurecido.

Tras tanto disfrute volvemos a la calle principal para cenar y regresar a nuestra cabaña, donde nos purificamos quitándonos todo el salitre y la arena del día. Hasta entrar en el reino de los sueños lo gastamos leyendo.


Primeros contactos con la playa

Pescadores recogiendo las redes


Revisando la pesca del día

Nuestra primera puesta de sol en Mangily

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