miércoles, 8 de junio de 2011

04/05/2011 Primer día del Voluntariado

Tenemos suerte y las clases de español no las empezamos hasta las 10h, así que nos permitimos el lujo de levantarnos a las 08:30h.
Vamos a pie hasta el orfanato que se debe encontrar a unos 3 km. Como no? El primer día y a la luz del día nos perdemos, aunque conseguimos encontrar el orfanato y llegar a tiempo para dar la clase de español.
Afortunadamente los niños hablan ingles, sino no se que haríamos. Las primeras dificultades que nos encontramos son los nombres, todos nos parecen iguales e imposible de memorizar. Otra dificultad es elegir el temario a enseñar, nunca pensé que enseñar el español fuese tan difícil, por lo que optamos por un clásico, aprender a contar del uno al diez. La clase gracias a Dios dura 1 hora, digo gracias a Dios porque estos niños son hiperactivos, con una sorprendente capacidad para distraerse y distraer a los demás.
A las 11:30h nos sentamos a comer, junto los niños. La comida consiste en arroz con un poco de verduras, sin salsas ni nada que le de un poco de gusto. Tras la “apetitosa” comida, todo el mundo se va a dormir, aquí practican la siesta desde las 12h hasta las 14h, excepto los niños que tienen clase por la tarde, que sobre las 13h ya se visten y se van al colegio hasta las 17h.
La BM y yo como no tenemos sueño, nos vamos a la oficina para empezar a trabajar con la pagina web, pero se nos es imposible porque no tenemos el password y ahora el “subdirector” esta haciendo la siesta. Con todo el mundo en la cama nos dedicamos a preparar las futuras clases.
A las 14h empezamos la clase de español, que nos va tan bien como esta mañana, con el handicap que por la tarde son mas niños porque la mayoría tienen clase por la mañana. A las 15h nos llega el relevo, 2 mujeres americanas dan clase de ingles durante una hora y media, pero me sorprende que mientras ellas van dando las clases los niños marchan de ella, algunos vuelven, otros se dedican a dibujar o a jugar y ninguna de las dos pone un poco de orden. Acabo de presenciar una clase magistral en la cual el profesor suelta su lección y a quien le interese bien y a quien no también. A mas a mas, ni a la directora del centro ni al subdirector tampoco parece sorprenderles.
Tras tanto estudio, por fin, llega la hora del recreo donde los niños pueden correr, jugar, chillar sin ser amonestados. También es tiempo de cenar, donde cada uno come donde quiere ( en las habitaciones, en el suelo, encima del tuk-tuk, a escondidas, etc...). Mientras todo esto sucede observamos que los chicos-chicas grandes se asean y se ponen sus mejores galas, la razón es simple hoy es miércoles y es día de ir a la zona turística a repartir panfletos, publicitando los bailes que harán mañana por la noche.
A las 18:30h nos subimos al tuk-tuk junto los chicos que reparten la publicidad y nos acercamos a la área turística . Una vez en el campamento base, cada uno somos asignados a una cuadrilla distinta. A la BM le toca la cuadrilla que se adentra en la zona turística, y donde reparten los panfletos a todo turista que respire. Yo soy asignado con el comando del puente. Cualquier turista que cruce o se acerque automáticamente se le da un panfleto publicitario. En mi caso los turistas mas difíciles son los que cruzan el puente en tuk-tuk, bicicleta o moto. Aunque tengo que reconocer que mi equipo esta muy bien entrenado y no deja ni un turista sin su panfleto. Todo este desplegamiento táctico, por supuesto se realiza una vez a oscurecido y con la vista entrenada en mucho mas fácil repartir los panfletos.
Lo sorprendente en la misión a sido las diferentes reacciones de los turistas:
Algunos al ver el comando acercándose se tapan los oídos con las dos manos a modo” hablacucuruchoquenoteescucho”, otros agitan compulsivamente las manos y la cabeza mostrando su rechazo, otros bajan los ojos, cierran los oídos y evitan cualquier contacto con los niños, están también los que esconden las manos, dando un buen rodeo por miedo a coger alguna enfermedad terminal por tocar el panfleto... Se nos encoge el corazón al ver que nuestros huérfanos reciben estas “amistosas” negativas una tras otra con una sonrisa. Gracias a Dios, que de vez en cuando algún turista solidario les escucha, les sonríe y les promete pasarse por el orfanato.
No nos extraña que tras tan dura tarea los niños estén deseando volver a casa.

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