Nos levantamos con los ánimos por los suelos, ya no queremos seguir haciendo de voluntarios, ni renovar visado para estar en Camboya, solo pensamos en continuar nuestro viaje. Pero aprovechando que por la tarde a parado de llover, vamos al orfanato a despedirnos de los niños.
La primera bofetada que recibimos es que nos prohíben la entrada, tienen que llamar a la directora para preguntarle si nos dejan pasar. Nosotros decidimos cortar por lo sano y vamos a hablar con ella. La cual como no habla ingles tiene que llamar al subdirector que esta pasando el fin de semana fuera para que nos pregunte que es lo que queremos. Tras explicarle que solo hemos venido a ver a los niños nos pregunta si podemos esperar al domingo que el estará de vuelta. No entendemos porque hemos de esperar para ver a los niños y tras insistir un poco nos dicen que de acuerdo, que podemos volver al orfanato y estar con ellos un rato. El maldito monzón decide hacer una de sus descargas en esos momentos: Llueve, relampaguea, truena, se va la luz... Ni por asomo podemos irnos ahora, así que con resignación nos sentamos a esperar que la lluvia cese. Esto nos permite ser testimonios del error de alquilar las tierras, porque en 10 minutos el terreno queda absolutamente inundado por las lluvias torrenciales por tener las tierras mas bajas que los vecinos.
Cuando la lluvia baja la intensidad vamos al orfanato, esta vez nos permiten la entrada y se nos cae el alma al ver el estado de las habitaciones.
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| Estado de las habitaciones con la lluvia |
Los niños nos preguntan si hemos venido hacer clases de español y les explicamos que ya no somos voluntarios por decisión de la directora, pero que iremos a verles siempre que podamos. Como ya es de noche, no hay electricidad y no vemos nada, prometemos a los niños que volveremos mañana y pedaleamos de vuelta a Siem Reap.
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